-¿Quiénes son Colmillo, Felino y Alado?- le pregunté a Juan.
El agua estaba congelada. Solo nadábamos Juan, Paula, Celia
y yo. Marcos hablaba con Clara sentados encima de una cama de madera a punto de
partirse en dos. Era una escena bastante triste. Clara hablaba con mucho
entusiasmo, y movía las manos todo el rato. Marcos sonreía, pero no la
escuchaba, estaba demasiado ocupado admirándola y enamorándose de ella. Era una
lástima que ella no se diera cuenta. Hacían buenísima pareja.
-Has leído ¿Historias de tres grandes? – Respondió él – Eran
tres magos tremendamente poderosos. Hermanos. En sus tiempos adolescentes, se
dedicaban a crear pasadizos para comunicar el colegio y solo se lo rebelaron a
sus novias y mejores amigos. Varios de ellos juraron solemnemente que el
secreto iría con ellos a la tumba. Otros eran demasiado bocas.
-El mayor de los hermanos se llamaba Frank. Eran
californianos. Frank era el más guapo y se hizo campeón de futbol aéreo. –
Continuó con la historia Clara – Era muy listo, pero nunca supo dar provecho a
su inteligencia.
-Eso es que no era tan listo… - murmuró Marcos.
-No te pongas celoso Marc.- Celia le guiñó un ojo- El mediano
se llamaba Johnny. Era el más sensato de todos, y más de una vez se oponía a
las ideas de sus hermanos. Menudo imbécil.
-Ser realista no es ser imbécil Cel – Volvió a renegar
Marcos.
-Retomando la historia – interrumpió Juan – Scott era el
mejor de los tres. Lo llamaban El Uno. Era un as de las bromas y las ideas. Sin
duda mi ídolo. Me hubiera gustado conocerlo…
-Aun puedes – se rio Carlos.
-¿Están vivos? – pregunté
-Por supuesto. Están malditos, y son inmortales. Es una
tortura. – Habló Paula- Un día, Scott tuvo la gran idea de gastarle una broma
al mejor mago de la historia: Pawl Cheestervil. Pero entonces tenían entre 29 y
40 años, y la gran broma se convirtió en algo demasiado peligroso y fuera de
control. El Señor Cheestervil estuvo a punto de morir, y cuando supo quienes
habían sido los responsables de la broma les hizo inmortales y los transformó
en animales. Frank es un lobo de ojos amarillo, Johnny un gato negro y Scott un
horroroso murciélago.
-Dios mío… Es horrible – murmuró Cris - ¿No hay remedio para
esa maldición?
-Frank tiene que ser besado por otro lobo, Johnny tiene que
ser acariciado por el frio y Scott tiene que recibir un piropo de una chica
guapa – finalizó la historia Juan – Llevan ciento veinte años en paradero
desconocido.
-Chicas vosotras podríais ayudar a Scott – rio Sergio – De
aquí no hay ninguna fea ¿no?
-Inútil... – suspiró Celia por lo bajo – Cris podría besar a
Frank – sugirió.
-Cállate – respondió secamente la chica.
De repente, surge ese momento, en el que todos nos quedamos
en silencio sin saber que decir. Esa incomoda circunstancia, en la que miramos
a todos los lados, intentando escabullirnos, de… algo.
-Oye… tu estas muy nervioso – le dijo Cris a su hermano- ¿Te
encuentras bien?
Hasta ahora, no me había fijado en Javi, pero Cristina tenía
razón. Estaba sudando, e hiperventilaba. Apretó la mano de su hermana con
fuerza y la miró pidiendo socorro.
-Grrrr- respondió.
-Ay dios mío, ahora no por dios… ¡¡¡LARGAROS DE AQUÍ,
RÁPIDO!!! – gritó histérica.
-¿Qué está pasando? – le preguntó Marcos.
-Se va a transformar, y aún no sabe controlarse, ¿cómo se
sale de aquí Juan?
-Por el agua – respondió este – a ver sirenita, ponte la
cola.- le dijo a Celia.
Me animó pensar que yo me parecía en ella en algo. Era
preciosa con cola de pez verde mar. Su pelo creció y se alisó, y el tono rojizo
de siempre, se exageró demasiado. Adquirió esa mirada salvaje, que tenemos las
de mi especie, y sonrió a Juan mostrando sus afilados dientes. Pude percibir el
escalofrió de Juan a pesar de que estaba a tres metros de él. Cris, que ya
había tenido una experiencia conmigo, se lanzó al agua, seguida de Juan y
Paula. Carlos, Clara y Marcos se miraron desconfiados.
-Meteros en el agua, joder – les ordené.
Como corderitos, me obedecieron.
-Julia transfórmate – me pidió Celia. – He pasado a Juan y a
Paula. No caben más de dos por el agujero del suelo.
-¿Qué agujero? – miré a Javi, quien hacia esfuerzos
sobrenaturales por evitar su transformación.
-Uno que hay en el fondo del lago. – Respondió – Hay una
manera de ayudarle… bueno, eso creo.
La miré. No sabía que decir. Tampoco sabía qué necesidad era
la que tenía por ayudar a Javi, pero si no lo hacía, me consumiría.
-Habla – conteste.
-El beso de una sirena aturde a un marinero- dijo- no se me
ocurre otro remedio.
-¿Me estas pidiendo que le bese?
-No te he pedido nada, te he dado una solución.
Cogió a Cris y a Clara y los sumergió en el agua.
Salí del agua y me acerqué a Javi. Respiré hondo.
-Julia ¿Qué haces? – Gritó Marcos- puede matarte.
-No le voy a dar esa satisfacción – me limité a decir.
Celia salió del agua otra vez para llevarse a los dos chicos
restantes. Me quedé sola, en esa mazmorra, con Javi. Intenté mostrarme amable y
cariñosa, pero los nervios no me dejaban decir una palabra. Me arrodillé
delante de él y lo miré fijamente. Su mirada solo suplicaban una cosa: ‘Ayuda’
Se me cayó el alma a los pies cuando vi sus ojos derramando lágrimas, y su
cuerpo empezó a temblar. Vi como apretaba los dientes y como su cara se
sonrojaba, por la fuerza que hacía.
-Javi…- soné todo lo cariñosa que mi voz me dejaba –
Tranquilízate por favor…
No me respondió. Me cogió de la mano, y la apretó con mucha
fuerza.
-Sal de aquí July… - logró decir.
Me soltó y dio un gritó, que rápidamente enmudeció, y poco a
poco empezó a gruñir. Me di cuenta de que yo también sudaba, y de que se me
empañaban los ojos. De pronto note que no resistiría mucho más, y que debía
hacerlo ya, o me mataría. Acaricié su rodilla. Supongo que esperaba que eso
calmara sus nervios, pero no hacia ningún efecto.
‘’Basta ya July, por mucho que alargues el tiempo, no va a
impedir que acabes besándolo’’ pensé. Así que me dejé llevar.
Si salimos de esta y me repasas este momento, que sepas que
no quería besarte – menuda mentira.
Me obsequió con una sonrisa forzada pero sincera. Sin perder
un segundo, muriéndome de ganas -he de ser sincera- le acerqué el cuello hacia
mi cara y rocé sus labios con los mío. Luego los presioné. Vale, se lo que
estáis pensando, ¿Qué hace la tonta esta? Ya os he dicho que siempre he sido
una rechazada, por lo tanto, nunca he tenido novio, y si, como habréis deducido
algunos, nunca he besado a nadie. Empezó a regular su respiración, pero aun así
estaba tenso. Muy tenso. Y sentí un escalofrió por mi columna. Me rodeó la
cintura y metió las manos por mi camiseta. Me apretó hacia él, podría haberme
partido en dos, pero se contuvo (gracias al señor). Le acaricié el pelo y le
bese, esta vez bien. Noté que su corazón seguía latiendo a mil, pero su
respiración ya estaba regulada. Mucho mejor.
-Déjate llevar – le murmuré. Y entonces correspondió a mi
beso, dejó de apretarme hacia él con tanta fuerza. Me acarició la espalda y
permanecimos ahí un buen rato, que a mí me pareció eterno. Después, se separó
de mí y me miró con cara de no entender nada.
-¿Qué pasa? – Le pregunté- ¿No quieres…?
-¿Qué me has hecho? – me interrumpió.
-Lo... lo siento de verdad… pero no podía dejarte ahí…
-empecé a decir frases entrecortadas.
-¿Qué ha sido eso? – volvió a preguntar.
-Es un beso de sirena. Aturde o algo así.
-No estabas transformada – me dijo- eso no funciona así.
-¿Cómo…?
No quise terminar la frase. Bueno…más bien no pude. Javi me
besó otra vez, con más ansia y más ganas. En otras circunstancias le hubiera
seguido el rollo, pero no entendía nada y paré.
-Dime que pasa Javi
Me miró a los ojos y luego me estudió. Sé que estaba
llorando. Tenía ganas de hacerlo, y no me importaba que él lo viera. Bufó y
miró al agua.
-Si me hubieras dado el beso al que se refería Celia – empezó
– yo ahora parecería un abducido por los ovnis. ¿Parezco eso?
Negué con la cabeza.
-No sé, que ha pasado – siguió- pero me tranquiliza. Me
gusta, y me hace sentir vivo. Quiero que me beses otra vez, por favor, pero
antes… respóndeme sinceramente… ¿En qué piensas?
No podía apartar la vista de él. Era demasiado guapo. Y sus
palabras eran inseguras, pero ciertas. Podía sentir sus ganas de mí. Y que si
no hubiera sido sirena, se me hubiera abalanzado.
-Me da miedo – respondí con la voz quebrada- ¿Estoy actuando
por amor?
Esbozó una sonrisa pícara y divertida.
-Estoy entrenado para este tipo de situaciones. Y he de
decir… que eres una sirena muy rara. Quiero decir, te sabes controlar y actúas
más por sentimiento que por naturaleza. Celia no es capaz de hacer eso. Sé que
te atraigo, y que a tu parte más salvaje no le hace gracia, igual que a la mía
tampoco le gusta la idea.
-¿Pero te gusto? – proseguí. Por su silencio deduje un sí – y
entonces nosotros…
-Escucha, July, esto que voy a decir no es propio de mí, pero,
ya hablaremos de nosotros luego ¿Vale? Bésame.
Se acercó y chocamos frente con frente. Sonreí.
-Hagamos un trato. Tú dímelo y te dejo besarme.
-¿Decir qué? – me preguntó.
Se me congeló la respiración. Paseaba sus labios a
milímetros de los míos. Los rozaba y luego se apartaba, haciéndome sentir un
cosquilleo en el estómago. Así una no puede concentrarse.
-Di lo que sientes en una o dos palabras – conseguí decir.
Besó suave y dulcemente mi cuello y fue subiendo hasta
llegar a la mandíbula inferior.
Se paró un segundo y finalmente dijo:
-Soy infinito.
Y ahora sí, me BESÓ, en mayúsculas, como si no hubiera un
mañana.