EL JUEGO

Bienvenido lector, a El Juego de las Mil Historias:
Siempre me ha encantado escribir pero nunca he podido acabar ningun proyecto, por lo tanto, te propongo que leas algunas de mis redacciones y me ayudes a encontrar un final para ellas.
El juego consiste en enviarme un mensaje hablandome de la historia que más te gusta y diciendome que querrias que pasara acontinuación.
La historia se publicara con su título y el número de la entrada en carácteres romanos.
Ej. Dos de Oros (I)
Ej. Dos de Oros (II)
A la derecha esta el archivo con todos los artículos publicados.
A la izquierda las encuestas sobre las historias.
Para cualquier duda preguntar por:
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· Tuenti del blog: Mar Juanchuzri (chat, privado o comentario)
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P.D: Disfruta el blog al máximo.
P.D (2): Comparte tu imaginación conmigo

Fdo.
MAR CULPEPER

domingo, 25 de noviembre de 2012

PAWL CHEESTERVIL (VIII)



Hay personas, que están destinadas a entrar en tu vida. Puede que más tarde se vayan, o que se queden para siempre. Puede que vuelvan después de haberse ido. Los amigos entran sin ser llamados, y salen de  la misma forma, pero siempre vuelven igual que como entraron.
Elegiste a la chica del pelo rizado para ser tu amiga porque a pesar de vuestras diferencias hay una semejanza que os vincula, y no elegiste al chico pelirrojo porque tenéis más diferencias que semejanzas.
Mi vida en Pawl Cheestervil, se reflejaría por eso. Mis amigos, mis semejantes, los vinculados a mi alma.
El toque de queda era a las once y media. A partir de esa hora los fantasmas salían de la nada y vigilaban cada aula, cada pasillo, cada rincón… sin molestar en las habitaciones de los alumnos. Nuestra reunión con la directora era a las doce, y debíamos esperar a que un profesor nos diera su permiso para ir al despacho, porque si no los fantasmas tenían el derecho de castigar y asustar a quien incumpla las normas. Llevábamos una túnica roja, que indicaba nuestro nivel, con nuestras correspondientes insignias de nuestro equipo y curso.
Esperamos impacientemente hasta que la profesora de botánica llamó a la puerta. Preguntó  por nuestros nombres, y al oírlos asintió y nos condujo a la torre central del castillo, hasta llegar a un muro de ladrillos.
-¿Qué hacemos aquí? – preguntó Celia.
-Llamen a la puerta y digan sus nombres en voz alta. -A continuación, desapareció envuelta en una nube de polvo. Nos miramos, con los ojos abiertos como platos y en silencio. Volvimos a mirar el muro. Ladrillos, solo habían ladrillos.
-¿Pero de que puerta habla? – pregunté a Celia.
-Yo que sé, estoy tan perdida como tú.
De pronto, se escucharon pasos rápidos, y apareció un chico, cuya cara me era familiar. No era Javi, este chico era mayor. Tampoco era Sergio, el del barco. ‘Dios mío, yo a este le conozco…’
-Carlos- dije.
-¿Julia? Sabría que vendrías – Sonrió y me dio dos besos.
-Eres especial, como nosotras… - empecé a decir
-Pues claro, ¿no pillaste la indirecta? Soy un halcón. Podía transformarme en cualquier ave, pero desde hace un año, solo puedo ser un halcón. Te esperaba más espabilada July.
-¿Desde cuándo se puede ser un halcón?- soltó Celia.
-Desde que se puede ser sirena ¿no...?
-Celia – respondió ella.- ¿cómo lo has sabido?
-De repente sois las chicas más hermosas que he visto en mi vida, vuestra voz es angelical y lleváis tatuado la misma caracola en la muñeca. Una marca de nacimiento ¿no? Propio de sirenas del norte.  En fin… entremos…
.¿A dónde? Dios mío todos igual, que es un muro, no hay puerta… - Yo estaba más confundida que nunca.
Carlos movió la cabeza expresando una negación, se acerco al muro y lo golpeó dos veces.
-Carlos Díaz, 2 Año de Iniciación B. Bondad.
Los ladrillos se fueron agrupando de forma vertical, hasta formar una puerta sin pomo y con una cerradura. Carlos empujó la puerta y como parecía que esperaba, estaba abierta.
-Julia, paciencia y observación. – Me dijo mirándome a los ojos – toma nota.
Entramos a una sala repleta de estanterías y libros. En el centro había un gran escritorio con pergaminos y la silla estaba vacía. Fuera cual fuera la función de la directora, su afición era leer. Solo había libros. Y algún que otro artefacto que no supe saber que era. Enfrente del escritorio, se encontraban diez sillas. Dos de las cuales estaban ocupadas. Allí se encontraba Sergio, el estudiante del barco, y una chica rubia delicada como el cristal. Los nombres estaban en las sillas. Cada uno se dirigió a la suya, y se sentó a la espera del resto.
-Mirad quien está aquí, la sirena que se enfrentó a un hombre lobo y rescató a otro. ¿Qué tal tu breve estancia en Pawl Cheestervil? – me saludó Sergio.
-¿Por qué los conoces a todos? – me preguntó Celia.
-No quieras saberlo – respondí en un susurro.
Cuando iba a responderle, la puerta de los ladrillos volvió a abrirse, dando paso a Cristina, un chica con una larga y oscura cabellera y ojos color claros, y un chico alto y fuerte con mirada escalofriante. Se sentaron en sus correspondientes sitios, y entonces nadie se atrevió a hablar. Cristina buscaba con la mirada a su hermano, y faltaba alguien más. No se dijo un palabra más hasta que llegó el hombre lobo y su compañero, el último de todos.
Entonces, el chico robusto y fuerte, se levantó y se situó frente a ellos.
-Bienvenidos un año más a Pawl Cheestervil , soy Marcos Rodríguez, 3 Año de Nivel secundario A, equipo Valentía. He sido autorizado para hacer una pequeña introducción de por qué estamos aquí, hoy, todos reunidos.
El chico, era alto, moreno, de piel muy oscura. Sus ojos grandes y alerta, se movían a mil por hora estudiándonos a cada uno, y lucía su túnica azul noche con gran esplendor. Tendría 20-21 años, y una boca relativamente grande. Tenía algo, que le hacía parecerse a Javi, pero aun así, eran tan diferentes… Hablaba decidido y orgulloso, y respiraba con calma y tranquilidad.
-Permitidme que haga las presentaciones, es esencial que sepamos el principal motivo por el que estamos aquí:
''Cristina Soria, 1 Año de Iniciación A, Equipo Valentía, poder de la licantropía.
Javier Soria, 1 Año de Iniciación B, Equipo Honor, poder de la licantropía voluntaria.
Julia García, 1 Año de Iniciación B, Equipo Valentía, poder de transformación en sirena.
Celia Belmonte, 1 Año de Iniciación C, Equipo Honor, poder de transformación en sirena.
Juan Romero, 2 Año Iniciación A, Equipo Honor, poder de controlar el fuego.
Carlos Díaz, 2 Año de Iniciación B, Equipo Bondad, poder de transformarción en halcón.
Paula Ramírez, 1 Año Nivel Secundario C, Equipo Sinceridad, poder de dominar el invierno.
Sergio Cruz, 2 Año Nivel Secundario B, Equipo Bondad, poder de vinculación con los bosques.
Clara Almagro, 2 Año Nivel Secundario C, Equipo Sinceridad, poder de vinculación con los bosques…''- Y antes de que dijera una palabra más llegó nuestra directora.
-BIENVENIDOS ALUMNOS ELEGIDOS – nos recibió.

jueves, 15 de noviembre de 2012

DOS DE OROS (VIII)



Diez menos cuarto de la mañana. Álvaro seguía tumbado en la cama con los auriculares puestos, y la música del móvil a todo volumen. Anoche, se había olvidado de baja la persiana, y esa mañana de invierno, un rayo de sol lo había despertado de su mundo de sueños.
Sonaba música de AC/DC, Highwell to hell. Espectacular. No como ese reggeton que escuchan las chicas hoy en día. Su música era buena, roquera, especial para él. Cerró los ojos, para relajarse, y sentir las vibraciones de su música recorrer todo su cuerpo.
Despacio, la puerta del cuarto se abrió lentamente. Él estaba demasiado concentrado en su música como para darse cuenta. La persona que había entrado se acercó sigilosamente al chico, y de pronto:
-¡EH! – le gritó en la oreja.
Álvaro, asustado, dio un bote, y de un manotazo se quitó los auriculares. El corazón le palpitaba a mil del susto y su cara reflejaba su desconcentración, como queriendo decir ¿Qué está pasando? Las carcajadas de aquella chica lo devolvieron al mundo real. Qué risa más bonita, ¿no será de…?
-¿Marina? – preguntó sin poder creérselo aún.
-Presente, ¿Álvaro? Ausente – respondió ella a toda máquina – es hora de despertar, venga a cambiarse.
-Espera, espera. Déjame verte – se frotó los dos ojos y la miró de arriba abajo. - ¡Dios mío! Como has cambiado…
Desde la última vez que la vio, Marina, su prima pequeña, había crecido por lo menos cinco centímetros, y ahora estaría por el metro setenta.  Olía a vainilla, como siempre, pero por primera vez, se había maquillado un poquitín. Llevaba algo de polvos y mascara de ojos, además, seguro que se había pintado los labios marrón suave… Llevaba muchísimos accesorios, sus manos estaban repletas de pulseras y anillos, y sus uñas estaban pintadas de verde claro. Llevaba un suéter azul marino a lunares blancos con el dibujo de dos renos de la marca Abercrombie, unos vaqueros claros de Levis combinados con unas converse verdes oscuras. En la mano, sujetaba la bufanda blanca de punto, y su abrigo impermeable color de la noche. Se había recogido el pelo con una trenza langa, y llevaba puesto un gorro de punto del mismo color que el suéter. Estaba radiante, perfecta, preciosa. Esa era su Marina.
-Oye Álvaro, tengo un montón de cosas que contarte…  - comenzó a hablar ella – pero antes de nada ¿Que tal llevas lo de Iván?
-Bua, de pena… Es todo una gran… -suspiró – en fin… que he tenido mejores momentos… pobrecillo, debe de estar pasándolo fatal…
-¿Qué qué? ¿Pero te estás escuchando? Defiendes al inútil que te ha robado a la chica… me sorprendes chico…
-¿Pero qué dices? Haber, ¿de que estamos hablando?- reinició la conversación él.
-¿De que tu ex mejor amigo esta liado con la que te molaba, por ejemplo?… ESPABILA, WAKE UP – dijo con su gran entonación inglesa.
-Ali está con él… - la noticia inesperada fue recibida como un jarro de agua fría.
-¿Tú de qué me hablabas?
-Del accidente… - suspiró de nuevo, hundido.
-¿Qué accidente?
Álvaro miró a Marina, y a través de su rostro pudo comprobar lo que suponía; no estaba al tanto de todo, así que prosiguió a relatarle todo lo que sabía, sin suprimir sus emociones. Era su prima- mejor amiga, y con ella no tenía secretos. Antes de la comida, Marina estaba más preocupada, nerviosa, activa… que nunca. Iba de lado a lado diciendo frases sin sentido, agobiada y con la mirada asustada, y Álvaro la miraba sentado en la cama con las manos en la cabeza y los codos apoyados en las rodillas. No se comportaba así, no parecía ella, sin duda, toda su opinión tan radical sobre Iván había cambiado por completo.
-Tenemos que ir a verle… - le dijo por fin
-No puedo Marina, me mataría verle con ella, ahora no por favor…
Marina, le colocó una mano en el hombro y con la otra le levantó la barbilla. Le miró un rato a los ojos, y dijo lentamente.
-Álvaro, cielo, me da igual que os odiéis. Eres su mejor amigo, diga lo que diga, y tu no le vas a fallar ¿Esta claro? Y vas a aprender a respetar sus decisiones, porque si él ha elegido a Alicia sabiendo que te gusta es porque está enamorado y sinceramente a mi esta nena no me dice nada, tú te mereces a alguien más mejor.
Él sonrió tímidamente, y asintió con la cabeza. Luego se levantó y fue a cambiarse de ropa. ‘basta ya, es hora de cambiar las cosas’  Se dijo a sí mismo, contento y orgulloso por primera vez. Esa chiquilla… Que haría él sin su prima, es su fuerza en persona. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

LUNA BLANCA (VIII)



Hacerse desaparecer, huyendo por los tejados del pueblo era tremendamente fácil. Carolina, a diferencia de muchas personas, le gustaba llevar sandalias cerradas y con una suela de terciopelo, porque para su ‘oficio’ –robar- eran prácticas y cómodas, además de silenciosas. Este era pues, su secreto para desaparecer sin ser vista.
Cruzó el pueblo entre tejados, y cuando llegó a los límites, se metió como ‘polizona’ en un carro de mercancías. Permaneció encogida, con el arco y una flecha preparados para cualquier problema, y con la mirada vigiló el camino, para no perder su parada.
-¿Has oído algo Enrique? – preguntó de golpe una voz.
-Y yo que se… ¿Cuánto falta para la casa de aquel crio?
De pronto Carolina se irguió y agudizó más su oído, ¿Quiénes eran esos hombres?
-Ya queda poco… ¿Por qué no debemos ir con los uniformes de la guardia real?
-Hay una chica que lo protege todo el rato, una guerrera diría yo, es difícil de atrapar, es escurridiza y astuta.
Carolina sonrió para sus adentros y de pronto cambió la cara.
-Sera su amor prohibido o algo así- carcajadas de ambos- lo mismo parece ser una guerrera y solo es una mujer de vida alegre…
Sobrepasando el límite. Carolina se giró para observar mejor a los dos hombres, que yacían sentados de espaldas a ella dirigiendo al caballo. Respiró hondo y apuntó a el que no se llamaba Enrique. Tenía una corta melena, pero aún así podía divisar bien su nuca. Levantó un poco más el codo, guiñó un ojo y contó hasta tres. La flecha le atravesó el cuello con autentica rapidez, entonces el hombre llamado Enrique se giró velozmente y cogió su espada. Acto seguido localizó a Carolina y saltó hacia ella con la espada apuntándome al pecho.  Fue imposible esquivarle, pero aun así consiguió bloquearle el brazo. Los dos forcejeaban, y él era tres veces más fuerte que ella. Había poco tiempo, tenía que hacer algo cuanto antes… Vio la flecha que no había podido dispararle a su derecha, y con su brazo libre la cogió, pero él colocó su pie encima de la muñeca de Carolina. Ahora sí que estaba perdida.
Le miró a los ojos, desafiante. Apretó los dientes, y los puños, sin soltar la flecha. Uno. Dos. Tres. Reacción de emergencia: escupitajo en toda la cara, y su vía de escape. El hombre aflojo la pierna y con un esfuerzo sobrenatural Carolina le empujo, quitándose de encima su pie y le clavó la flecha en el corazón. El cadáver del moribundo yacía encima de ella, y con cara de asco y desprecio se lo quitó de encima. Rápida como viento, tiró los cuerpos de los soldados al barro y se llevó la carroza camino de casa de Adrian.
Tardó menos de diez minutos en llegar y la casa parecía estar vacía. Por un momento, Carolina pensó que lo habían vuelto a secuestrarlo.
-¿Carol?- alguien susurró desde el cielo.
Carolina levantó la cabeza hacia un árbol, y descubrió a Adrian y María, escondidos entre las hojas.
-¿Y esas libertades? – Le contestó ella- por cierto eso de subirse a los árboles es mío.
Le guiñó un ojo, y él sonrió. La niña los miraba a los dos en silencio, cogida de la pierna de su hermano.
-El alumno aprende de la maestra ¿no? – Se rió- ¿no te gusta que te llame Carol?
-La verdad es que me encanta- miró al horizonte con la mirada llena de nostalgia – mi hermana me llamaba así.
Adrian optó por no hacer más preguntas. Subía al carro sin soltar la mano de su hermana y colocó la mano en el hombro de Carolina.
-¿Es hora de un adiós?
De golpe la chica se giró, y puso la cara a unos centímetros de su boca. Él cortó su respiración, y el corazón se le paró. Ella cerró los ojos, y por un momento Adrian pensó que lo iba a besar.  Error. Retiró su cara un poco y lo miró con una ceja alzada.
-¿Pero que te piensas que es esto? ¿Héroes al rescate? Yo te he sacado de ahí, y tú me debes la vida, así que no vas a ninguna parte sin mí ¿Esta claro? Ale, sube al carro.
Adrian, trago saliva, y respiró hondo varias veces antes de obedecerla. María lo miró con una sonrisa divertida y dijo en voz alta:
-Carol, le gustas a mi hermano, ¿Quieres ser su novia?
Carolina miró a la pequeña y se sonrojó, y Adrian se puso pálido. Ambos se ignoraron, y ella dio marcha a la carroza. María abrazó a Adrian y le preguntó:
-¿A dónde vamos Adri?
-Al sur – respondió Carolina – Pero cambiando de tema, dime Adrian ¿Tu hermana sabe mentir?
Adrian se quedó paralizado unos instantes, y cuando los rayos del sol la enfocaron, descubrió la sonrisa pintada en la cara de la cazadora.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL EJERCITO DE SUSANA 'LA INVISIBLE' (II)



110 años después.
En el Reino de Haldelgand, sus majestades Abemor V, tío de la infanta Susana de Furlerm, y Bereej II, primo de la Infanta e hijo de Abemos V, han vivido ya su época en el mundo de dios. Susana, yace escondida en una de las Torres del castillo de Demarte, dónde a su vez vive su sobrino segundo, Gomordl I. Susana, mantiene el mismo aspecto desde que huyó del reino de su padre para refugiarse en casa de tu tío.
Gomordl es frágil, pero un gran rey de tan solo diecinueve años.
En todos estos años, Susana había aprendido a tocar el arpa, había leído más de mil libros, había tejido más de cien vestidos, y había estado presente en importantes acontecimientos que más tarde serian parte de la historia.
Se encontraba en su alcoba, leyendo un libro de batallas, cuando entró su dama de compañía Mildren:
-Señora – se inclinó imitando una reverencia algo más vulgar- su majestad el rey desea veros.
-Decidle que pase– la niña volvió a inclinarse y se dirigió hacia la puerta – Entre vos y yo Mildren , las dos sabemos que hay confianza y no tenéis porque llamarme señora, para vos soy Susana. Dejad las reverencias para cuando haya público.
-Gracias Susana –  le sonrió agradecidamente, retornó a su labor e hizo pasar a Gomorld.
El rey, entró y esperó a que Susana se inclinara ante su presencia. Ella, agarró la falda de su vestimenta e inclinó la cabeza. Gomorld la miró a los ojos, y descubrió su alma vieja y viva, llena de saber.
-Susana- le saludó- tía Susana. Una vez prometisteis contarme vuestra historia cuando cumpliera la mayoría de edad si jamás os preguntaba nada sobre esta. Aquí me tenéis impacientado, suplicando cumplir los veinticinco. Por eso he decidido aprobar una nueva ley, para que la mayoría de edad se cumpla a los diecinueve.
-Majestad, no digáis estupideces, si vuestro deseo es saber mi historia os la contaré, pero no malgastéis vuestro tiempo en cambiar leyes por vuestro capricho. – Le regañó Susana.
-¿Criticáis las decisiones de vuestro rey?
-Sabéis que mi sabiduría es mayor que la vuestra, podéis escuchar y aprender, o callar y vivir en la ignorancia, su eminencia – replicó Susana- Os repito, si deseáis saber mi historia os la contaré.
-Os temo tía Susana, tantos años y no habéis cambiado nada, sé que sois vieja porque vuestros ojos son un reflejo de vuestra alma, y vuestra alma debió subir al cielo hace mucho tiempo.
La mujer, de aspecto joven, inclinó la cabeza, triste. Se dirigió a la ventana de la alcoba y miró a su exterior.
-Sobrino, creo que estáis preparado para saber a qué os enfrentáis custodiándome en vuestro castillo. Empezaré por el principio.
‘’Vuestro tío abuelo Carlos: rey de Sicander. Él casó con una bruja, hechizado por su belleza, y años más tarde nacimos mis dos hermanas y yo, trillizas. El error que cometió mi madre fue parirnos, sin duda alguna. Ella se encargó de crear tres niñas con extraordinarios dones que podían acabar con ella. Descubrió su error, y mató a mi padre y mis hermanas. Afortunadamente escapé y viene a refugiarme al reino de vuestro abuelo, descanse en paz, y gracias a él fui escondida es vuestro reino, pero nunca llegué a saber mi don. La reina Anastasia Inmortal, mi madre, y yo, poseemos un segundo don, el de la eterna juventud. Estamos destinadas a enfrentarnos.
‘’Esto es todo lo que debéis saber hasta ahora.
-¿Aún hay más? Contad, os lo ordeno
-No os equivoquéis majestad. Si cada día me arrodillo ante vos es porque os agradezco de corazón que me protejáis entre vuestras murallas, pero nunca penséis que os considero superior a mí. Ambos sabemos que no es así.
-Disculpad mi osadía tía Susana.
-No os disculpéis Gomorld, sois mi sobrino y no os lo tengo en cuenta. Sois ahora conscientes de que corréis riesgos ayudándome.
-Jamás he abandonado un soldado, por lo tanto tampoco abandonaré a mi tía.
-Sois un buen sobrino Gomorld, pero no un buen rey, aun no sabéis el riesgo que sufre vuestro pueblo. No debo de permanecer más tiempo aquí.
-Sois valiosa tía Susana, y no os abandonaré a ninguna costa. Irás al templo de Uruliwf, y le pedirás ayuda al ángel caído.- Iba a retirarse y Susana le interrumpió.
-Es un demonio, querrá algo a cambio.
-Obsequiadle con un alma. Prometedle un corazón.
-No haré semejante barbaridad Gomorld, no me importa que sea el mismo dios quien me lo pida.
-Si lo haréis, sabéis cual es el alma que le entregareis.
Acto seguido, su majestad, salió de la alcoba, y Susana se sentó en la cama impactada por las órdenes del rey. Estaba más que claro, si debía entregar un alma, seria la suya.