EL JUEGO

Bienvenido lector, a El Juego de las Mil Historias:
Siempre me ha encantado escribir pero nunca he podido acabar ningun proyecto, por lo tanto, te propongo que leas algunas de mis redacciones y me ayudes a encontrar un final para ellas.
El juego consiste en enviarme un mensaje hablandome de la historia que más te gusta y diciendome que querrias que pasara acontinuación.
La historia se publicara con su título y el número de la entrada en carácteres romanos.
Ej. Dos de Oros (I)
Ej. Dos de Oros (II)
A la derecha esta el archivo con todos los artículos publicados.
A la izquierda las encuestas sobre las historias.
Para cualquier duda preguntar por:
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· Tuenti del blog: Mar Juanchuzri (chat, privado o comentario)
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P.D: Disfruta el blog al máximo.
P.D (2): Comparte tu imaginación conmigo

Fdo.
MAR CULPEPER

lunes, 29 de octubre de 2012

DOS DE OROS (VII)



Eran las tres de la madrugada, e Iván seguía fuera. No era algo de lo que preocuparse, su madre le dejaba hasta las cuatro y algo. Caminaba hacía su casa con Alicia de la mano, permanecían en silencio, pensando en muchas cosas. Le había pedido a Alicia que se quedara a dormir a su casa, tenía miedo de recordar más cosas, y necesitaba compartir sus pensamientos con alguien. Quien mejor que ella para escucharle y ayudarle.
Como él había supuesto no le iba a fallar. Llamó a su madre diciendo que iría a dormir a casa de una amiga. Se portaba muy bien con él, y le dolía pensar lo que había dicho de ella cuando no la recordaba.
Cuando llegaron a la casa, entraron en silencio y sin hacer ruido, para no despertar a nadie. El cuarto de Iván estaba más alejado que el de los demás. Tal vez eso acabara siendo una suerte.
Con la persiana levantada y los rayos de la luna iluminando su rostro, Alicia, era increíblemente preciosa. La acarició, y secó el camino de lágrimas que le habían circulado por la mejilla. No quería verla triste, y menos por él. La besó otra vez, con timidez y cariño, y se quedaron abrazados.
Al rato Alicia se separó y le pidió un pijama. Era algo tarde para ir a la habitación de Sara a por uno, así que le dejó una camiseta grande suya. Ella la olió antes de ponérsela, y sonrió para sus adentros, luego fue al baño a cambiarse y asearse. Él se cambió rápidamente y sacó su álbum de recuerdos, Alicia podía decirle muchas cosas. Con todo su valor miro las fotos del 2009. Le llamó la atención que Diana siguiera en esas fotos ¿Cuánto estuvo con ella? Seguía teniendo la misma pinta de engreído y estúpido. A todo esto Álvaro no salía casi en las fotos, y en las que salía, estaba muy serio. ¿Qué pasaba aquí? Se preguntó si realmente quería saberlo. Así estaba todo bien ¿para qué iba a recordar a esa Diana? a lo mejor se volvía a enamorar de ella y tendría problemas con Alicia, pero es que acababa de conseguirla, no podía hacerle eso…
Sintió sus frías y suaves manos abrazándole por la espalda, y notó como presionaba sus labios en su hombro desnudo. Espero un momento mientras un escalofrió le circulaba por la nuca. Mierda, el álbum, demasiado tarde para que no lo hubiera visto.
-¿Quién es ella?- murmuró.
-Se llama Diana ¿No la conoces?
Negó con la cabeza, sin separar la vista de las imágenes.
-¿Era tu novia?
Asintió. La miró, pero ella seguía concentrada en sus pensamientos, ignorándolo.
-¿La recuerdas?
Negó, y cerró el álbum, se levantó con brusquedad y lo dejó en un estante. Ella se levantó a abrazarle, y dejó que llorará en su hombro.
-Ali no se qué ha pasado, no sé nada y me da miedo saberlo – le confesó- mi mejor amigo no me habla, he sido incapaz de reconocer a la chica que me gusta, no se quienes son mis amigos y ni siquiera sé si voy a poder recordarlo todo. Quiero saber quién era Diana, y porque ya no es mi novia, pero no quiero que eso me separe de ti, porque yo te quiero.
Alicia le abrazó con más fuerza y lloró con él, compartiendo su angustia y su dolor.
-Te prometo que haremos todo lo posible por recordar, y si no fuera posible crearemos nuevos recuerdos imposibles de olvidar, y sabes que puedes contar conmigo para todos ellos. Mira…
Sacó su móvil del bolso, y empezó a buscar canciones. Conectó los auriculares y eligió una pista. Música lenta, letra triste… ya la había oído antes.
-Me suena
-Buena señal, porque tras esta canción hay un recuerdo bastante divertido, y por mi vida que tú solito vas a averiguar cuál es.
-No sé de qué me hablas – le dijo con una sonrisa en la cara.
-Pues tenemos todo el tiempo del mundo para que lo sepas – sonrió y bostezó cansada.
-Si eso ya lo hablamos mañana princesa – la besó en la mejilla, y se taparon con la misma manta.

jueves, 25 de octubre de 2012

LUNA BLANCA (VII)



Después del incendio que había provocado, el juicio de Adrian se había retrasado. Esta ventaja, ayudó a Carolina a llegar a tiempo a la celda de la comisaria con María a su lado. Cuando llegaron, solo encontraron a dos guardias demasiado pendientes de su conversación como para atender la petición de aquella señorita y aquella niña pequeña. Carolina, que deseaba de todo corazón reírse un rato aturdiendo a los guardias, tuvo que retener las ganas, y por la vía rápida- un par de frases sueltas amenazadoras y varios flechazos- sacó a Adrian de su celda.
Un mínimo de diez soldados les pisaban los talones, y la idea de salir del pueblo sin llamar la atención era un poco inalcanzable.
-Adrian, desvíate hacia el mercado y luego vuelve a tomar rumbo hacia el bosque. Nos vemos en tu casa.
-No, espera, no te voy a dejar sola, no podrás con ellos – dijo él.
-Me ofendes amigo – sonrió ella-¿acaso desconfías de Maver, la cazadora de Bibnandor? Si quieres ayudar, llévate a la pequeña, para que no vea crueles espectáculos.
Primero se detuvo a leer los ojos de Carolina, ya le habían dicho una vez que volvería y nunca lo hizo. El padre de María, su padrastro, les abandonó cuando supo de su madre estaba embarazada por segunda vez. Adrian recordó esa mañana, en la que mientras él se vestía para ir a la escuela, su padrastro le informo de que se iba de viaje. ‘’ ¿Volverás?’’ le había preguntado, ‘’por supuesto’’ le había mentido el hombre.  Antes de continuar, la miró a los ojos, y vio una mirada divertida y despreocupada, ¿Qué esperaba de aquella chica? Cogió a María en brazos y a toda prisa desapareció por el mercado.
Carolina, se quedó en medio del camino, esperando, ansiosa por divertirse un rato con los guardias del rey.
Tardaron exactamente diez minutos en alcanzarla, Carolina, se quedó donde estaba y sonrió astutamente.
-¡Detenedla! – Anunció el jefe.
Los guardias atraparon a Carolina, la cual no opuso resistencia, y la rodearon. El capitán, un hombre robusto y sucio, con aspecto violento y totalmente antihigiénico, la cogió del pelo y la obligó a mirarle a los ojos.
-Miren a quien tenemos aquí… Dinos doncella, ¿y tus fieles amigos, te han abandonado? Pagaras tú por ellos, ¿lo sabes?
La mirada, clara y limpia de Carolina, desafiaba al jefe de la guardia, que reluciendo de ira, estiraba con más fuerza de su trenza.
-Dicen que no hay victoria sin sacrificios… - murmuró Carolina suprimiendo un gemido de dolor.
El jefe gruñó y le levantó la mano a punto de golpearla. Ella bloqueó el movimiento con el brazo, y susurró.
-Un solo acto de violencia y mi gente, que yace escondida en este mismo mercado os arrancará los ojos con las manos si hace falta.
Automáticamente, los guardias se giraron desprevenidos en busca de sospechosos.
-¡Es un farol! – gritó uno de los soldados.
El jefe lo miró con desprecio y hablándole como a un ser estúpido, le gritó:
-¿Crees que no lo sé, idiota? – Dirigió sus ojos oscuros y fríos a la muchacha -¿Cómo os llamáis perra?
-No revelaré mi nombre ante un ser tan repugnante como vos – le espetó – Pero antes de que me abofeteéis os advierto de que por estas tierras me conocen como Maver de Bibnandor.
Silencio en la plaza. El sonido del viento al chocar contra las casas y respiraciones entrecortadas. Un conjunto de rostros pálidos y miradas atemorizadas. Y una curva en los labios de ella; satisfacción.
-Como bien os he dicho caballero, toda victoria merece un sacrificio – comenzó a hablar – y ya habréis supuesto que las sacrificada no seré yo. Dígame usted ¿Sabe cuál será su castigo?
El hombre, la soltó del brazo, agacho la cabeza, y se arrodilló al suelo.
-Os ruego que me disculpéis, haré lo que sea por complaceros, pero por dios, no me matéis – lloriqueó. -Los hombres fuertes ya no existen.
-¿Sois capaz de dirigir una revuelta contra el rey? – preguntó.
-Lo que sea por Maver…
-En ese caso os dejaré vivir humillado – replicó ella – no me sirven traidores.
Acto seguido sacó una flecha del carcaj y disparó a un gato que deambulaba por el mercado. La gente se giró velozmente a seguir el recorrido de la flecha, y luego las miradas buscaron de nuevo a la arquera, que astutamente había escapado aprovechando su oportunidad.
Tenía razón, no hay victoria sin sacrificio. Aunque el sacrificado sea un simple gato.

lunes, 22 de octubre de 2012

EL EJERCITO DE SUSANA ''LA INVISIBLE''


PRÓLOGO

Había una vez, un valeroso rey, que ya cumplía sus cuarenta años, y carecía de esposa y heredero a su trono. Su tiempo, siempre lo dedicó a conquistar grandes reinos, y nunca pareció estar interesado en las mujeres. Cierto día, rescató de las mazmorras del reino vecino, una hermosa dama casi diez años menor que él, la cual había sido acusada de ser bruja. Ignorando estos rumores y dirigiéndose a su perdición, el rey hizo de ella, la reina.
Años más tarde, esta mujer dio a luz a tres trillizas totalmente idénticas. Todas ellas con hermosos cabellos lisos y pelirrojos, grades ojos verdes y una piel pálida y frágil. Estas habían sido bautizadas como: Amelia, Esmeralda y Susana.
Diez años más tarde, el reino solo hablaba de la siniestra y diferente familia real. Todos había podido observar que mientras el rey envejecía, la reina se mantenía igual de joven y hermosa que el día que llego al palacio, y este extraño motivo hizo que se la llamara Anastasia Inmortal. Olvidando este curioso dato que caracterizaba a su majestad, la atención de todos los hombres del reino se fijaba en la más coqueta de las tres hermanas: Amelia, a la que apodaron, La Hermosa, aún siendo idéntica que las demás princesas. La segunda de las hermanas, Esmeralda, nunca fue apreciada por el pueblo, puesto que mantenía una gran admiración por su arrogante madre, y fue conocida como Esmeralda la Egoísta. Sin embargo, nunca hubo rumores de la más pequeña de las tres, Susana, la Invisible.
Susana, adoraba a su padre como al que más, y odiaba a su madre con toda su alma, algo que ni siquiera se molestó en ocultar.
Solo los sirvientes de palacio eran conscientes del poco amor que ofrecía la reina por sus hijas, de las cuales su favorita siempre había sido Esmeralda. Anastasia Inmortal escondía una chispa de miedo hacia las tres vidas que ella había creado, y Susana siempre fue consciente de ello, pero hasta que no cumplió los dieciocho no llegó a saber por qué.
Un día Amelia cantó una canción que había oído cantar a una sirvienta mientras limpiaba las ventanas: ‘’La dama que limpia la alcoba de la reina esconde un gran secreto, ¿Qué será? ¿Qué será? Tal vez esté enamorada del rey y no lo sepa, tal vez saberlo la haría infeliz, tal vez muera enferma y triste, porque el amor la hizo sufrir’’
Faltó tiempo para que la dama que limpiaba la alcoba cayera enferma y muriera depresiva porque estaba enamorada del rey. Faltó tiempo para descubrir, que las canciones de Amelia, se cumplían.
Otro día Esmeralda soñó con un puñal de plata, una dama blanca y la muerte de un rey. Pobre de la joven Esmeralda, que predijo la muerte de su padre, sin saber por qué.
¿Y qué fue de Susana? Nunca se supo su don, e invisible, como siempre había sido se fue de palacio, a algún lugar lejos de su reino.
Pero no importaba lo lejos que se escondiera la niña Susana, pronto llegó la noticia de la muerte de Amelia y Esmeralda. La reina era una bruja, y sabía cuál era su error. Tres hijas con extraordinarios dones, peligrosos para ella, y que la superaban en poder.
Una sirvienta de palacio la escuchó decir:
-No importa dónde te escondas pequeña Susana, algún día te encontraré.
Y con esto último Susana huyo hasta el reino del hermano de su padre, sin saber cuál era su don y con un regalo extra.
-Anastasia Inmortal te entrega el don de la eterna juventud, porque si debes morir de alguna manera, seré yo quien te mate, Susana.

martes, 16 de octubre de 2012

PAWL CHEESTERVIL (VI)



Estábamos a punto de atracar en el puerto del internado. Llegábamos con tres horas de retraso, pero la directora ya había sido informada de los sucesos. Los tres estudiantes, estábamos mirando por la borda la enorme figura del gran castillo que se alzaba en la isla. Se trataba, pues, de un castillo de época medieval, el cual se mantenía en perfecto estado y estaba rodeado por un precioso bosque.
Javi, estaba muchísimo más tranquilo que antes, y Cristina, se había cambiado de ropa y se había quedado hablando conmigo en los camarotes. Ella me contó que su hermano era una persona que lo había pasado muy mal en la infancia; según me explicó, los síntomas de la licantropía empezaban a hacerse de notar a partir de los trece años. Lo lógico, es que se sufriera más las noches de luna llena, pero por alguna misteriosa razón Javi los sufría más a menudo. Los signos de Javi lo clasificaban con una capacidad voluntaria para transformarse, lo cual, para Cristina era una gran ventaja, pero Javi, nunca lo miró de esa manera. Pensó, que si un hombre lobo ya es peligroso cuando se convierte en la noche de luna llena, él tenía el defecto de descontrolarse en cualquier momento, como le acababa de pasar conmigo.
Cristina iba a ir a la clase A de Nivel de Iniciación, mientras que yo y Javi iríamos a la B. Algo que me parecía un gran error.
Como iba comentando, al atracar en el puerto, nos recibió la directora, y cuatro personajes más. Fue una bienvenida rápida y amable. Los cuatro desconocidos, eran de raza élfica. Se trataba de los representantes de los distintos equipos. En esto tenemos al equipo Bondad, Sinceridad, Honor y Valentía. Cristina y yo pertenecíamos al grupo Valentía, y Javi fue nominado a Honor. La casa de la Valentía ocupaba el ala Este del castillo, Bondad la zona Norte, Sinceridad la sur y  Honor el ala oeste. 
Cristina ocupaba la habitación de enfrente a la mía, número impar: 4053, mientras que la mía, numero par: 4052.
Cuando entré en la habitación, me encontré con una chica pelirroja de mi edad. Con el cabello bastante corto, y liso. Tenía una belleza natural, aunque a mis ojos nunca sería tan notable, como a los de los demás. Sus ojos verdes, su piel pálida, labios carnosos, y pómulos realzados. Tanta perfección junta no era real. Vestía con su túnica amarilla de iniciación, y llevaba varios pins colgados en ella. Tres en concreto: uno blanco con el símbolo del Honor, otro azul cielo con el curso – 1 Año de iniciación C – y el último y más curioso con la bandera pirata.
-Hola…- saludé discretamente.
La chica, dejó de leer su revista, me miró a los ojos, al principio con aire de superioridad. Luego con cara de sorpresa, y finalmente:
-Hola… mmm… ¿te importaría cerrar la puerta un momento?- dijo entrecortada.
-No, claro – Sonreí amablemente. Entré la maleta y cerré la puerta tras de mí.
-Esto… soy Celia Belmonte – me estrechó la mano.
-Julia García – respondí.
Apretó los labios, me observo desde una mejor perspectiva y acabo diciendo:
-¿Lo eres verdad? ¡¡Eres como yo!!- gritó sonriendo y agitándose energéticamente.
-¿Qué? No sé de qué me hablas… ¿Qué eres? – Lo reconozco, mentir no es lo mío.
-Venga ya, se te nota en la cara – dijo emocionada- tú también eres una sirena ¿verdad?

jueves, 11 de octubre de 2012

DOS DE OROS (VI)



Al día siguiente, Arturo celebraba una fiesta en su casa, Pablo y Dani le convencieron para que acudiera. A Sara no le parecía una buena idea pero Iván estaba tremendamente emocionado por ver a toda esa gente de la que le hablaba todo el mundo. A las ocho y media, ya estaba cambiado y preparado para que pasara Pablo a recogerle. Ante su sorpresa vino acompañado de Samanta, una amiga suya desde que era bien pequeño. Había cambiado bastante por lo que recordaba. Se había teñido el pelo de rojo y se lo había cortado como si fuera un chico. Iba realmente bien maquillada. Se abrazaron enérgicamente cuando se vieron y Samanta empezó a contarle cantidad de cosas que él se había perdido. Desde su último recuerdo sobre ella, Samanta había aprendido a arreglarse, personalizar su estilo y su risa se había vuelto más bonita. Sin embargo seguía teniendo la misma nariz y la misma mandíbula cuadrada que tanto la caracterizaban.  No estaba seguro que tipo de fiesta era, pero su amiga iba vestida como si fuera a un pase de modelos, y él solamente llevaba su camisa a cuadros de hollister azul y unos vaqueros viejos.
Fueron en coche, y llegaron a las diez a la fiesta. Arturo era un tipo alto y robusto, con el pelo castaño, divertido y la cara llena de acné. Iba acompañado por su novia, una chica con el pelo liso y cortito, que lucía un vestido de manga larga verde y se había pintado los labios rojos.
-Iván tío, probablemente no nos recuerdes, te conocimos hace dos años – dijo el chico – Yo soy Arturo pero tú siempre me llamas Arzur no sé porque…  Esta es mi novia Miriam.
-Hola – saludó Iván sonrojado.
Pasaron un rato hablando. Cada vez había más gente en la casa y se podría decir que Arturo no tenía ni idea de quien entraba y quien salía. Al cabo de unas horas Iván se levantó para ir al servicio, y fue así como divisó a Álvaro entre la multitud. Estaba sentado en el sofá hablando con una chica. Ella, le era familiar, pero no sabía de qué. Estaba totalmente interesada en su ex amigo, pero él la ignoraba y hacía ver que la escuchaba. Se quedó mirándolos un poco más, y cuando la chica se echó el pelo hacía atrás y se le vio mejor la cara, pudo deducir de quien se trataba: la chica de su foto, Diana, su supuesta ex.
Por culpa de su sorpresa, se había quedado parado en el pasillo, y una chica que caminaba a toda prisa se chocó contra él y le tiró todo un vaso de vozka rojo con fanta de naranja por encima.
-¡Dios mio! Lo siento mucho de verdad – sacó rápidamente un pañuelo de la chaqueta e intentó arreglar los desperfectos en la camisa de Iván.
-Tranquila, tranquila… - la calmó él. – Soy Iván.
Ella le miró, de manera triste al observar que él no la reconocía. Al cabo de unos segundos sonrió débilmente.
-Yo soy… - se quedó bloqueada un instante y continuó- Patricia, llámame Pati.
-Éramos amigos ¿verdad? – Preguntó él – lo noto en tu cara de decepción.
Ella imitó una sonrisa tonta y miró al suelo, luego tartamudeó unas palabras sin sentido hasta formar la frase:
-Es que es bastante triste que una persona a la que aprecias no te recuerde….
-Lo siento, yo no quería que me pasara esto – dijo Iván apretando los labios con fuerza.
-Nadie lo quería – respondió ella.
Entonces acercó su mano a su mejilla y la acarició suavemente. Iván puso un semblante extrañado y la miro a los ojos. Acababa de tener un Deja Vu.
-Bueno, ven conmigo al cuarto de Arturo, te cambiaremos de camisa – Cambió de tema ella.
Subieron al piso de arriba. Iván la miraba todo el rato mientras que ella le evitaba. Era una chica de su edad, morena y no muy alta. Su cabello rizado estaba recogido en dos coletas y no llevaba una pizca de maquillaje. Se había pintado las uñas de naranja y llevaba un vestido de palabra de honor con un estampado indio, bastante original. Iván no podía evitar temblar cada vez que veía sus hombros desnudos que remarcaban las clavículas de frente y los omoplatos a la espalda. Le daba un toqué increíblemente sexy. Cuando entraron en la habitación de Arturo se sintió como un ladrón entrando para robar. Pati, le explicó que él antes solía venir mucho a esa casa, para quedar con sus colegas y hablar de cosas de tíos. Cerraron la puerta de la habitación y Pati hurgó entre los cajones de ropa de Arturo, para sacarle una camiseta limpia. Cuando se giró y vio a Iván sin camisa se sonrojó y volvió a mirar al armario.
-Dime Pati – Dijo Iván a la vez que se sentaba en la cama - ¿Cómo nos conocimos?
Pati sonrió dulce y melancólicamente.
-Estaba con mi mejor amiga Ángela en el Starbucks, acabando un trabajo de química. Tú ibas con tu amigo Álvaro, y empezasteis a hacer comentarios de nosotras en alto – dijo ella con su preciosa sonrisa en la cara.
-¿Buenos comentarios? – preguntó él, aun que estaba seguro de la respuesta, pero le gustaba verla explicar las cosas.
-Si por supuesto. – Respondió – Nos hicisteis mucha gracia, y a mi amiga le hacía tilín Álvaro. Dio la casualidad de que él se sentó en nuestra mesa para ‘’pedirnos cambio de cinco euros’’ Yo me levanté y me fui al servicio y tú me seguiste.
-¿Por qué?
-No lo sé, pero fue divertido – respondió ella entre risas – cuando salí del servicio ya no estabais ni tú ni tu amigo. Pero un camarero tenía una carta para mí de tu parte. Necesitabas clases de refuerzo en química.
De pronto, Iván tuvo un flashback de todo lo que acababa de contarle Pati. Se rió y con eso recordó varias cosas más, como a Dani, a Arturo, Ángela y….
-Perdona, ¿Co… cómo ibas…. vestida…..ese día? – tartamudeó.
-Llevaba unos shorts vaqueros y una camiseta de tirantes que… -empezó.
-Llevaba la frase ‘Belive in love’ – completó él.
Se quedaron mirándose en silencio e Iván sonrió con lágrimas en los ojos.
-¿Alicia? – antes de que añadiera algo más ella se lanzó a sus brazos llorando y le besó.