EL JUEGO

Bienvenido lector, a El Juego de las Mil Historias:
Siempre me ha encantado escribir pero nunca he podido acabar ningun proyecto, por lo tanto, te propongo que leas algunas de mis redacciones y me ayudes a encontrar un final para ellas.
El juego consiste en enviarme un mensaje hablandome de la historia que más te gusta y diciendome que querrias que pasara acontinuación.
La historia se publicara con su título y el número de la entrada en carácteres romanos.
Ej. Dos de Oros (I)
Ej. Dos de Oros (II)
A la derecha esta el archivo con todos los artículos publicados.
A la izquierda las encuestas sobre las historias.
Para cualquier duda preguntar por:
· Twitter de la autora : Marvlc_97
· Tuenti del blog: Mar Juanchuzri (chat, privado o comentario)
· Correo electrónico del blog: mssculpeper@hotmail.com

P.D: Disfruta el blog al máximo.
P.D (2): Comparte tu imaginación conmigo

Fdo.
MAR CULPEPER

domingo, 30 de septiembre de 2012

PAWL CHEESTERVIL (IV)


La mirada de Javi se volvió más amenazadora, y arrugó las cejas. Cristina me estudiaba, preparándose para cualquiera de mis reacciones.
-Así que tengo razón ¿no? Sois licántropos – proseguí.
-Y tú eres un pescado – me insultó Javi.
Se que suena muy estúpido, porque nunca os afectaría la palabra pescado pero para una sirena que está por encima de cualquier pez, eso es una falta de respeto muy grave.
-¿Y a ti que te pasa? ¿Qué problema tienes con las sirenas? Pues si lo soy, y a mucha honra.
-Las sirenas son monstruos asesinos con el cuerpo tentativo y provocativo de una mujer – respondió.
Ese chico, me sacaba de casillas. Ya podía ser el más guapo del planeta, pero creído y borde era un rato. Me dio la espalda y se retiró hacia los camarotes. Justo entonces decidí que ya había caído suficiente bajo, y por mi santo orgullo, no iba a dejar que alguien como él me hiciera perder la dignidad.
-Tu en cambio solo eres un chucho que necesita que le saquen a pasear, porque ya es hora de que veas que no eres la perfección del mundo.
Se giró velozmente, lleno de ira, que en milésimas de segundo iba a descargar contra mí. Me estaba gruñendo, enseñaba sus colmillos y se encorvaba.  Pero en cambio, yo, sonreía. Estaba todo controlado. Los licántropos solo se transforman en luna llena, y justo entonces había un sol radiante en el cielo.
Pero de pronto, un rugido de odio escapó de la boca de ese chico, que poco a poco se vio sometido a un proceso de transformación doloroso. Cayó al suelo a cuatro patas, le crecieron garras y pelo negro como el carbón. Su boca comenzó a ser un hocico, y sus dientes más afilados y mortales que nunca. La tela de la ropa se rompió en poco tiempo, y delante de mis narices se encontraba un animal enorme y peligroso a punto de matarme. Si he de deciros que sentí en aquel momento, juro que no era miedo. Es más, me sentía impresionada, y admiraba lo que veían mis ojos, porque ante la mirada de cualquier humano, se trataba de un monstruo, pero ante la mía, era un ser bello y respetado.
-¡JAVI NO! – Gritó su hermana- ¡NO HAGAS NADA DE LO QUE PUEDAS ARREPENTIRTE!
La chica, con todo su valor y coraje se interpuso entre los dos, pero su forma humana no podía detener a aquella bestia descontrolada.
Desde un principio, el ataque de Javi iba dirigido hacia mí, pero fue Cristina quien lo sufrió, al interponerse entre nosotros. El lobo, se sostuvo en sus dos patas traseras, para saltar hacia mí,  y cuando vio la figura de su hermana ante él, intento retener el ataque y solo consiguió empujarla con violencia hacia la cubierta. Y no todo acabó ahí; Cristina cayó de mala manera, e intentó mantener el equilibrio aun que en vano, ya que fue directa al mar.
-HOMBRE AL AGUA –gritó un marinero.
El lobo, se detuvo a recapacitar. Me miro a mí, y luego al agua. Gimió varias veces y luego hizo el proceso de transformación inverso, para volver a ser quien era; el humano irresistible pero borde de siempre. El único… no sé si llamarlo ‘inconveniente’, fue que cuando volvió a ser persona se encontraba desnudo ante mis ojos. Rápidamente, desvié la mirada y me asome por la borda. Cristina, de alguna manera intentaba sostenerse en el agua, pero no duraría mucho más. Se ahogaba.
-Sálvala – me dijo Javi– no sabe nadar.
-No voy a obedecer tus órdenes monstruo – respondí con desprecio.
He de decir que estaba esperando otro ataque, una mirada de odio, un lobo, cualquier cosa, menos unos ojos que reflejaban angustia y desesperación. . Y entonces, con lágrimas en los ojos, por primera vez, pronunció mi nombre.
-Julia, por favor, no quiero perderla.
Yo no me lo pensé dos veces. No lo hice por él, eso desde luego. Lo hice porque aquella chica acababa de dar su vida por la mía; había intentado enfrentarse a un lobo dos veces mayor que ella para defenderme, y había salido pagando las consecuencias. Y no era justo.
Me quité la cazadora a toda máquina y me desaté las sandalias. Me dejé el pelo suelto y salté de cabeza al agua con solo el vestido blanco puesto.

viernes, 28 de septiembre de 2012

DOS DE OROS (V)


Me desperté a media noche. Mi cabeza, estaba llena de preguntas sin respuesta, y yo sabía que hasta que no me las contestaran, no tendría paz para dormir tranquilamente.
También sabía, que por lo menos, hacía cuatro años, yo tenía un álbum de fotos en el que cada fin de año pegaba mis diez preferidas de esos 365 días.
Por suerte, no había perdido esta manía, y seguían estando en el mismo sitio de siempre: bajo la cama, en una caja de plástico. Encendí la linterna, y saqué aquel álbum de recuerdos.
Año 2008. Sonreí cuando comprobé que seguía escribiendo los números grandes y pintados de los colores de la bandera de España. Pasé la página preparado para recibir la primera foto. El día del cumpleaños de Sara. Había montado una fiesta en casa, y estaban todos sus amigos más algunos nuevos. Llevaba mechas de colores rosa, verde y azul. Le habían comprado un gorro con forma de tarta que llevaba escrita la palabra ‘¡Felicidades!’ bien grande. Acababa de soplar las velas, y me estaba abrazando, feliz, ilusionada, ¡por fin dieciocho!
Las dos siguientes fotos eran mías surfeando en las playas del océano cantábrico. Siempre había adorado surfear. Era algo apasionante, y una parte de mi mismo.
Tenía otra foto, de cintura para arriba, con una sudadera gris de Hollister, serio, con la mirada fija en el horizonte. Y un fondo negro. ¿Había sido modelo?
Las siguientes fotos eran las típicas que subía al facebook haciendo el tonto con el grupo.  Me llamo la atención, una chica alta, delgada, morena, y con el pelo largo, largo, largo. Iba ligeramente maquillada, con unos pantalones vaqueros ajustados, unos botines de tacón, una camiseta de manga francesa color caramelo, y un chaleco de piel. Estaba siempre colocada a mi lado, abrazándome  mirándome con avaricia, como si temiera que alguien me apartara de ella.
En otra imagen iba algo menos arreglada, solo con una camiseta ajustada blanca y unos pantalones beige. Ibamos cogidos de la mano y ella me besaba en la mejilla.
Saqué el móvil, y fotografié a la chica de la imagen. Luego envié la imagen a Pablo, uno de los pocos amigos de los que me acordaba.
‘’ ¿Quién es esta tío?’’ – le envié.
Durante la noche, no quise ver una foto mas del ese álbum, porque total, viera lo que viera, no sabria quien se trataba. Me mantuve despierto varias horas más. Y cuando ya me quedaba dormido, llegó la respuesta al mensaje.
‘’ Es tu ex tío, se llama Diana. Hablamos mañana y te cuento sobre ella. Cuídate colega’’

jueves, 27 de septiembre de 2012

PAWL CHEESTERVIL (III)



Al fin, después de dos meses, llegó una carta, avisando que el día más esperado de mi vida, se aproximaba cada vez más.
''Querida García Iglesias, Julia:
Esperamos impacientemente tu llegada a nuestra institución, y por eso, es de gran orgullo informarte que tu habitación esta lista para tu iniciación en este curso. No es obligatorio que vengas con uniforme el primer día. Te proporcionaremos la túnica de tu nivel, una vez estés aquí.
Tu habitación es la número 4052 en el ala Este del edificio, que compartirás con una chica de tu edad.
Dentro de dos días, a las 11:30pm, te estará esperando un coche en la puerta de tu casa. Este te llevará al puerto, para que embarques en un barco inglés, con el nombre de ‘CALYPSO’ junto al dibujo de una luna en estado creciente y un sol bañado en un color bronce. Lo reconocerás enseguida.
Atentamente,
Aura du Soleil,
La directora''
Desde ese momento, hasta el día de la partida, me dediqué a recorrer las avenidas más mágicas, en busca de Carlos, el estudiante de segundo nivel. Sin embargo, todos mis intentos fueron en vano. Así pues, en el increíble día, mis padres, me explicaron que esto les venía muy grande, y que era un gran esfuerzo, el que estaban realizando para dejarme ir al internado, solo, para verme feliz, y con gente como yo.
Mi corazón, se aceleró cuando el coche vino a buscarme. Los nervios me atacaron por todos los lados, y la despedida, fue más amarga de lo que esperaba, pero aun así, nunca me arrepentí de aquel paso que acababa de dar hacia un futuro mágico-literalmente-.
En el barco, me dediqué a pasear por cubierta. Había dos alumnos más. Eran hermanos, seguro, ya que sus semblantes eran casi idénticos. La chica, tenía el pelo alborotado, castaño y salvaje. Sus ojos, mostraban ferocidad, astucia y un alma libre.  Era morena de piel, y sus actos eran algo bastos, poco humanos. Vestía en vaqueros, deportivas y sudadera; un aspecto deportista o informal. Cuando notó que le miraba me sonrió, mostrando una hilera de dientes blancos, perfectamente posicionados.
-Soy Cristina – se presentó- es mi primer año en Pawl Cheestervil. Ese de allá es Javi, mi hermano gemelo. Somos novatos.
-Yo también –sonreí tímidamente- Me llamo Julia.
Me observó de arriba abajo. Y de repente puso una cara un tanto asqueada. Por un momento me pareció que me estaba olisqueando. Y no me equivoqué.
-Hueles a pez – dijo una voz tras de mí.
Me giré en posición defensiva, y me tope con la mirada de un chico de mi edad. Era hermoso. Por dentro y por fuera; el cuerpo, fuerte, bien trabajado, le hacía una silueta irresistible. Tenía un algo que le hacía único y especial en muchos motivos y me atraía como a un imán. Su mirada, limpia, serena, inteligente… representaba el alma de alguien libre. Como su hermana. E aquí, Javi. El chico que me hizo sentir mariposas en el estómago por primera vez. El pelo revuelto y despeinado, la camisa por fuera de los pantalones, y… ¿descalzo? Suprimí una risita que estuvo a punto de escapar de mi boca. Miré sus labios.  Una sonrisa un tanto provocativa y a la vez, amenazadora. Era algo extraño el chaval.
-¿Perdona, como has dicho? – le respondí, sintiéndome algo ofendida por el comentario.
-Haces olor a pez – repitió. Su voz me hizo temblar.
-Será el mar… - intenté esquivar el comentario, pero Cristina parecía haberse dado cuenta también.
-No lo es – dijo- Nuestro olfato no falla.
La miré molesta, y me eche un paso adelante hacia ellos.
-Pero bueno, ¿Qué sois? ¿Perros rastreadores? – respondí sarcásticamente.
Juraría haber leído un ‘sí’ en sus sonrisas, pero fue tan veloz que pareció una ilusión mía. Javi siguió mirándome a los ojos, sin apartarme la mirada, como si quisiera averiguar algo. Cristina, se relajó y con una risa amable se disculpó por su comportamiento.
-Lo siento Julia, no estamos acostumbrados a hacer amigos – risita tímida – dime ¿te apetece que hablemos de algo?
Javi estiró los labios, formando una sonrisa divertida, pero no quitó esa mirada amenazante de mis ojos. Me intentaba leer, descubrirme, no le gustaban los secretos y sabía que yo tenía uno y gordo. Sé que en ese momento estuvo planteándose miles de cuestiones y respondiéndoselas, atando cabos, resolviendo puzles… y yo quería impedírselo por todas las vías posibles. Él lo sabía. Y finalmente:
-¿Por qué no hablamos de sirenas? – Preguntó de golpe – dicen que en estos mares hay muchas.
Su sonrisa se amplió orgullosa y satisfecha cuando leyó la verdad en mi cara, horrorizada. Cristina sin embargo no parecía sorprendida, es más, lo sabía desde hace rato. Que estúpida había sido. Tan ignorante. Dos hermanos, salvajes, agresivos, sonrisa desgarradora y olfato privilegiado. Y entonces, leí yo lo que estaba escrito con mayúsculas en el corazón de estos chicos.
-¿Por qué no hablamos de licántropos? – Contraataqué – Dicen que pasado mañana es luna llena.

lunes, 24 de septiembre de 2012

DOS DE OROS (IV)


Habían pasado tres semanas desde el accidente. Álvaro deseaba con toda su alma ir a visitar a su amigo, ver como estaba, pero desde la última llamada de Sara, todas sus esperanzas o ánimos de acudir al hospital se habían esfumado.
Tras tres días en coma, Iván por fin había despertado. Había olvidado los cuatro últimos años de su vida. No reconocía a Aarón, el novio de Sara, no sabía quiénes eran Ángela, Alicia, Marta, Inés, Arturo, Dani… Pero si que había preguntado por él. La hermana de Iván le había suplicado que fuera a verle, porque su hermano le necesitaba, pero por algún motivo Álvaro no se atrevía.
Finalmente, se llenó de valor y decidió enfrentarse a su misterioso miedo.
La casa de Iván estaba cerca del Instituto de Santa Ana. Era fácil llegar allí en autobús, puesto que la mayoría de estos paraban en esa calle. Cuando se encontró de frente a la casa, decidió volverse por donde había venido, pero no lo hizo. Su amigo le necesitaba.
-¿Está Iván? – llamó al timbre.
Le abrió Sara, con una sonrisa radiante en los labios. Inesperadamente le abrazó y le condujo al interior de la casa. Pronto, divisó a Iván, en el ordenador, mirando fotos.
-Hey, Iván… siento no haber venido antes… yo… - tartamudeó.
Iván le miro en silencio, con la mirada triste y perdida.
-¿Por qué no sales en ninguna de las fotos de mi Facebook? – preguntó.
Álvaro se rascó el brazo, y miró al suelo.
-Han pasado muchas cosas – respondió en un susurró.
-Cuéntame– le pidió su amigo.
Álvaro tomo aire, y en una rápida frase, resumió lo que habían pasado estos cuatro años.
-Estamos enamorados de la misma chica.
-¿Y por eso, no has venido a verme al hospital?- preguntó perplejo ante esa respuesta tan inesperada.
-No somos amigos Iván – Álvaro respiraba con dificultad y miraba a un punto fijo en el suelo.
-¿En cuatro años se ha roto mi amistad con mi mejor amigo por una chica?- dicho así sonaba estúpido - ¿Somos tontos?
-¡JODER IVÁN LA QUIERO! – le gritó.
-Pues ya tienes vía libre, no me acuerdo de ella, no sé quien es – escupió el otro – me equivoqué contigo chaval. Te importa una mierda que casi me hayan volado la cabeza, tu solo estas pendiente de una tía.
Se levantó de la silla y se puso en frente de Álvaro, obligándole a mirarle a los ojos.
-Tienes razón, no somos amigos – su mirada relucía de decepción y tristeza – Sara dile a tu amiga, la que se preocupa tanto y decía que este capullo me ayudaría que por si no lo sabía hacía ya tiempo que había dejado de ser mi mejor amigo.
Álvaro le miro a la cara y le cogió el brazo.
-Escúchame, esa niña, es Alicia, y te puedo jurar que es capaz de dar su vida por ti, así que hazme un favor y no hables de esa manera de ella. Nunca lo has hecho.
-¿Alicia? ¿Así se llama la causante de toda esta mierda? – Respondió en tono despectivo – Pues entonces Sara dile a Alicia que no se acerque a mí en lo que me queda de vida.
``Tocado y hundido´´, pensó Álvaro.

domingo, 23 de septiembre de 2012

PAWL CHEESTERVIL (II)


Pasó un mes, desde la visita de aquella mujer a mi casa. Desde ese día, me habían llegado varias cartas con el nombre de las tiendas donde debía comprar los libros y uniformes. Mis padres, aún no habían asimilado la idea de tener una hija bruja y sirena, por eso, decidí ir yo sola a comprar el material escolar.
Como principiante en el mundo mágico debía estudiar Botánica en la Tierra Hechizada, Historia y Geografía Mágica, Arte Defensivo del Nivel 1,  Pócimas de Base Sencilla,  Lengua élfica,  Uso Principiante de la Varita, Educación Primaria Prácticas de la Escoba y Arte de la adivinación, entre otras más sencillas.
La tienda se llamaba El Libro Más Preciado, y se encontraba cerca de la estación. Parecía una tienda corriente y propiedad de una mujer enana. Cuando entré me preguntó amablemente por el nombre de mi escuela. Le respondí con toda la sinceridad del mundo, aun que me costó pronunciar bien Pawl Cheestervil. La mujer, pareció imaginárselo. Me preguntó por el  curso. Año 1 de Iniciación.
-Perfecto querida, este fin de semana te enviaremos todo el material
-Muchas gracias, ¿me podría decir dónde se encuentra la tienda de Escobas para Principiantes? – le pregunté, muy educadamente.
-Por supuesto señorita, esta dos calles más adelante, parece un edificio corriente pero su interior es totalmente distinto. Lo diferenciaras por las enredaderas que cubren la pintura.
-Vale, bien, muchas gracias otra vez – agradecí.
La señora enana, no se equivocaba para nada, la casa de las enredaderas tenía una aspecto antigua y corriente por fuera pero, por dentro, era increíblemente enorme, llena de diferentes Escobas de muchos tamaños. Me llamó la atención una antigua, dorada, expuesta en una esquina de la sala, sin llamar mucho la atención, pero que de alguna manera, me impresionaba.
-Es bonita ¿eh? – me dijo un chico moreno – no es la más rápida, ni la más cara, ni si quiera es un modelo moderno, pero tiene su encanto.
-¿Eres especialista en esto? – me giré a mirarle.
Tenía unos ojos pardos grandes, atentos y bastante agudos, como si fueran capaces de ver hasta el más mínimo detalle. Era delgado, ligero y con un aspecto veloz e inteligente.  Aparentaba mi edad, pero desde luego, sabía más que yo en todo esto de la magia. Llevaba puesta una camisa azul oscura, con las mangas arremangadas, y un pantalón vaquero. Sencillo pero con un toque elegante.
-Digamos que mi padre si lo es – me respondió – yo solo sé algo así por encima, no gran cosa. Soy Carlos Díaz, de Pawl Cheestervil, Año 2 de Iniciación B.
-Encantada, yo soy Julia García - me presenté – También de Pawl Cheestervil, Año 1 de Iniciación A.
-Novata en Pawl Cheestervil…¿Tu familia no es maga verdad? – me extendió la manó.
-No, ignorábamos que esto existiera – se la estreché.
-Y ¿Qué opinas de todo? – dijo tras unos minutos de pausa.
-No lo sé. – esos ojos tan extraños, me intimidaban – supongo que me viene grande.
-¿No has pensado en el hecho de que por fin vas a encontrar gente como tú?
-Si. Pero yo soy diferente aun así. – le sonreí tímidamente.
Él me correspondió con una sonrisa divertida, y una ceja levantada.
-¿Sabes? La primera vez que me preguntaron eso respondí lo mismo – Me dio un golpecito en la espalda  y se fue de la tienda.
-Disculpé, ¿Puedo ayudarle? - se ofreció la dependienta
-Si por favor, quisiera esa escoba.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

DOS DE OROS (III)

El teléfono sonó varias veces antes de que Álvaro lo cogiera.
-¿Sí?
-¿Álvaro?- preguntó una voz alarmada- soy Ali ¿Tienes la moto? Necesito que me lleves al hospital, por favor, ¡ES UNA CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE!
Álvaro alejó un poco el móvil de su oreja, y levantó la ceja izquierda. 
- ¿Pero que dices? ¿Que te pasa? - le preguntó sorprendido.
- Es Iván... - empezó.
- Iván, Iván, Iván... ¿sabes hablar de otra cosa? Yo creo que no... - la interrumpió él algo molesto.
Se escuchó a Alicia suspirar al otro lado de la línea, muy nerviosa y preocupada, apunto de perder la paciencia.
- Iván ha tenido un accidente y tenemos que ir a verle, ¿es que no lo entiendes? Es tu amigo, siempre lo ha sido. Antes erais como hermanos ¿Que os pasa? - dijo histérica.
Álvaro miró el suelo de su cuarto, y millones de imágenes circularon por su cabeza. Miles de recuerdos de Iván y él navegando por su memoria, sin rumbo. Ella tenia razón, era su amigo, y por muchas cosas que pasaran entre ellos, no quería decir que no le importara.
- ¿Como que un accidente? ¿Que le ha pasado? - preguntó al fin. 
- Le ha atropellado un coche, y esta en coma en el hospital. Álvaro necesito verle, por favor...
Unos sollozos al otro lado de la linea, y un puñal atravesó su corazón .
- No llores, enseguida paso a por ti.- Dijo con sequedad.
-Álvaro... Gracias... 
- No lo hago por ti.
Colgó el teléfono y de pronto, se oyó un grito de odio en la habitación.

                                                                 ***

Acababan de llegar al hospital. Alicia y Álvaro ni si quiera se habían dicho 'Hola'. Ella lo miraba de reojo, intimidada, e incomoda. Él, solo caminaba y preguntaba a las enfermeras por la planta en la que se encontraba Iván, ignorando a su compañera, como si fuera un fantasma. Y ella lo notaba.
- Hola chicos, estamos aquí .- tres enfermeras se giraron para llamar la atención de la persona que había hablado en voz alta.
Álvaro y Alicia la vieron asomada desde una habitación. Era Sara, la hermana mayor de Iván. Sara, para la opinión de media ciudad, era la chica más guapa del mundo entero. Alta, delgada, de rasgos finos y delicados y piel de un bronceado natural. El cabello dorado le caía en dos trenzas de espiga sobre los hombros y lucía un mono de color chocolate. 
Les condujo al interior de la habitación. Iván llevaba puesta una mascarilla conectada a una máquina y un gotero en el brazo derecho. El cuerpo estaba cubierto por una bata verde y una manta blanca.
Alicia no pudo evitar derramar lágrimas por todo el cuarto. 
- Se despertará - se limitó a responder Sara- El medico dice que lo hará. Pero no nos asegura que recuerde el accidente. No estoy segura, no me enteré bien. 
Álvaro observó con cautela, la cara de Iván. No mostraba sentimiento alguno. Simplemente era un chaval, ignorante e inocente. Un buen chico, que no merecía ese accidente. Se acercó a él silenciosamente y saco una foto doblada del bolsillo del vaquero. La desdobló y sonrió sin darse cuenta. 
Esa foto la tomó su madre cuando Iván y él tenían siete años. Era un recuerdo bastante divertido; de pequeños, ellos solían ser unos de los niños más traviesos del colegio. Siempre estaban metidos en líos. Ese día Álvaro inició la primera guerra de barro de sus vidas. 
En la foto estaban riéndose, manchados de barro y con la ropa blanca convertida en chocolate. 
Cogió la mano de Iván,y metió la foto en su puño.
Al girarse vio a Alicia mirarle con una cariñosa sonrisa. Él miró a la hermana de su amigo.
- No le digas a Iván que he venido a verle. - dijo. Sara asintió.
- ¿Por que haces eso? - Alicia le miró confundida y decepcionada.
- Tu no lo entiendes, igual que yo no entiendo tu obsesión con Iván. Te espero fuera, me voy a fumar un rato.
Y dicho esto se fue por la puerta, delante de la triste mirada de Alicia, que solo suplicaba que se acabara ese dramático día. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

LUNA BLANCA (V)

Antes de que pudiera respirar, Carolina, ya había lanzado una flecha al pecho del lobo, que cayó moribundo al suelo. La manada, rodeaba a Adrian, decidida a atacar. Nuestro amigo, no perdió tiempo, y volvió a escalar el árbol, hasta llegar junto a su heroína. Esta, disparo dos veces más hacia las bestias más cercanas. El resto de la manada se retiró hacia las profundidades del bosque, silenciosos, puede que hasta asustados.
El lobo mas grande, se giró en dirección a ella y le gruñó, y para sorpresa de Adrian, ella le devolvió el gruñido.
Se quedaron en silencio encima de la rama. Empezaba a amanecer.
Carolina se bajó del árbol para recuperar las flechas de los cadáveres de tres lobos. Adrian esperó en silenció y de pronto recordó a María. Sin pensarlo saltó del árbol. Fueron aproximadamente seis metros de mala caída y un posible esguince. Adrian apretó los dientes en silencio, sin producir un solo gemido, o una sola lágrima. Tenía miedo de que aquella chica le viera llorar. Era superior a él en todos los sentidos, y eso le mataba de envidia.
Cuando abrió los ojos se la encontró arrodillada, mirándole a los ojos, divertida.
- ¿Sabes? Llorar no es malo. - le dijo con una sonrisa en la cara.
El hizo una mueca y respiró hondo.
- No estoy llorando. Yo nunca lloro- le mintió
Ella se levantó algo más seria.
- Los valientes son los que saben llorar sin tener que esconderse. - respondió.- ¿Por qué has saltado desde tanta altura? ¿Querías hacerte el increíble? Pues la caída te ha valido un esguince.
- No, nada de eso - negó aun mareado, en el suelo - Mi hermana María, está sola en casa, y los lobos van de caza...
- Tranquilo, tranquilo, enseguida vamos para allá - le calmó - levántate y llévame a tu casa, vamos.
Adrian se levanto a duras penas, ante la mirada victoriosa de Carolina. '' ¿No eres tan fuerte? Demuéstralo '' Pensaba mientras le miraba hacer esfuerzos, sin resultados.
- Adrian, no tenemos todo el día, ¿vas a ser capaz de sostenerte en pie?
Como respuesta, Adrian le envió una mirada de odio. Carolina, se colocó el brazo de Adrian al rededor de su nuca, y le ayudó a caminar. El chico, se sonrojaba, y no era capaz de sostener la mirada de ella, pero le hablaba. Carolina, había sido una cazadora muy temida, tanto, que se la consideraba parte de los cuentos de brujas que se le cuentan a los niños pequeños. Un gran respeto, en opinión de Adrian, pero ella era consciente de que se había transformado en el mismo diablo, y que por muy duró que fuera, tenía que aprender a vivir así. Por este motivo, Carolina se asombraba, y agradecía que por fin hubiera alguien que quisiera hablar con ella, como si fuera un ser humano más. Adrian, solo hablaba de Marí; de como la quería y de lo que había vivido con ella.
- Yo también tenía una hermana - le explicó ella - pero se sacrificó por mi.
Adrian, no entendió que quería decir con eso, y cuando fue a preguntarle algo le interrumpió.
Se oyeron voces cercanas. La cazadora, le tapó la boca y le obligó a esconderse entre los matorrales. Mantuvo los ojos abiertos y los oídos bien agudos.
- Ese niño está muerto, créeme. - dijo la primera voz.
- No estoy seguro, Paco - le contradijo el segundo - El lobo ese había sido asesinado con un puñal. Ha sido ese mocoso, y andará vivito y coleando por ahí.
Carolina y Adrian se miraron divertidos. Estaba claro de quien hablaban.
- No sé qué diablos hacía ese muchacho Mateo, pero estará muerto eso seguro. Volvamos al pueblo, aquí no hay nadie -repitió Paco.
- Que desilusión se llevará la niña, enterarse de que su hermano se ha muerto, así de un día para otro... ¿Qué va a ser de ella?
Adrian se alarmó y miró a Carolina sin saber qué hacer, esperando a que ella le diera una orden. Sin embargo esta le dio la mano y susurró:
- Confía en mí.
Carolina, salió de su escondite, llamando la atención de los dos hombres que iban armados con lanzas. Ellos, fuertes y robustos la miraron sorprendidos.
- Señorita, ¿se ha extraviado? - pregunto el que parecía ser Mateo.
- Para nada, caballeros. Estoy donde quería estar - respondió educadamente - no he podido evitar oír que sabéis donde está la pequeña María, ¿es así?
- Niña, ¿a ti tu madre no te ha enseñado a no meterte donde no te llaman? - gruñó Paco.
- Os ruego que me respetéis, por favor. - contestó ella.
- A no ser que sepas donde está el chico, contigo, no tenemos nada que hablar niña.
Rápida, como la luz, Carolina sacó una flecha del carcaj y disparó a la oreja del hombre. No le llegó a tocar pero estuvo a punto. Los hombres enmudecieron, y la miraron con más respeto, tal y como ella esperaba. Paco cogió su lanza.
- Yo que tu no lo haría - dijo Adrian, dejándose descubrir - Si no estás muerto, es porque no te ha querido matar. No hay disparo que falle la Cazadora de Bibnandor.
- Esa mujer no existe. Son solo cuentos de niños - murmuró Mateo.
- Oiga caballero, no tiente a la suerte - respondió Adrian de nuevo.
- ¿Donde está la niña? - preguntó Carolina, apuntando a la cabeza del hombre.
El hombre, sonrió, y miro a Adrian. Sabía quien era, sabia por que buscaban a la niña. Su hermano.
- Esa niña va directa al orfanato. - murmuró.
Carolina sonrió y soltó la flecha, hiriendo al hombre en el hombro, que gritó y se tiró al suelo. Adrian la miró como si se tratara de un monstruo. Estaba claro que no esperaba esa reacción. Se alejó de ella.
-ESTÁS LOCA – le gritó - ¿Por qué lo has hecho?
Carolina dio un paso hacia él, pero Adrian la esquivó.
-No va a morir – dijo, y se giró hacia Mateo – Apretele la hemorragia si no quiere que se desangre.-volvió a mirar a Adrian- ¿Cómo te van a respetar Adrian,  si temes hasta por tus enemigos?
-Te equivocas Carolina, a ti no te respetan. A ti te temen, porque eres el mismo diablo.
Carolina resopló y juntó las cejas, molesta y algo afectada. Enfocó su ojos en los de él.
- Solo soy una chica de dieciseis años- murmuró- El diablo no existe, solo los fuertes y los debiles. Y yo soy Maver, la Cazadora de Bibnandor, la más fuerte de todos. ¿Qué eres tú?
Él negó con la cabeza y hechó a correr hacía el pueblo.

domingo, 16 de septiembre de 2012

PAWL CHEESTERVIL

La primera vez, que utilicé la mágia, tenia diez años. Estaba en el patio del colegio, jugando a la pelota. Recuerdo muy bien, que había una enredadera en la pared del edificio de secundaria, y que a mi me gustaba, el aspecto antiguo y romántico que le daba.
Había una niña, muy alta y robusta, tres años mayor que yo, que se dedicaba a molestar a los que eramos más pequeños que ella. A mi, ya me había quitado el almuerzo varias veces, pero yo nunca me quejaba; de todos modos, no me sentía hambrienta. Sin ningún motivo, ella me empujó, y me quitó la pelota. Yo no discutí, pero entonces, arranco una flor de la enredadera. Cuesta de creer, pero me dolió, como si me arrancaran un dedo. La miré desafiante y no supe como, la enredadera empezó a crecer y a crecer y se agarró al pie de la niña. No recuerdo mucho más despues de eso, salvo que desde ese día, me comvertí en 'Julia, La Bruja'.

                                                        ***

Seis años más tarde.

No tenía muchos amigos que digamos. No era una cuestión de carácter, simplemente tenía una etiqueta.
Solía pasar las tardes leyendo. Como ese día a principios de septiembre.
Estaba tumbada en la cama, cuando de pronto llamaron a la puerta de ni habitación. Mi madre se asomo con una amable pero confusa sonrisa.
- Julia, cielo, tienes visita - Me dijo.
La noticia más extraña que podía esperar.  Una persona que no se relaciona con nadie NO puede tener una visita. Era algo que no cuadraba conmigo. Prácticamente no sabía que era una visita.
Me levanté en silencio, y asentí. Mi madre me condujo al salon, las dos nerviosas. Ninguna entendia nada.
Sentada en el sofá, me esperaba una mujer alta y delgada, de rasgos pálidos y delicados. Llevaba el cabello negro recogido en un complejo moño trenzado y vestia una túnica negra. Sostenia una varita de plata entre las dos manos.
- Julia García? Es un placer conocerte al fin. Soy Aura du Solei, la directora del internado de alta hechiceria Pawl Cheestervil.  Si, has oido bien, eres una bruja de verdad, y no, no estoy loca.- aclaró
Me quedé mirandola de arriba a abajo.
- Se que es una noticia dificil de asimilar... - comenzó ella.
- No - interrumpí- no lo es cuando llevan toda la vida llamandote asi. Siempre supe que lo era. Muevo objetos si estoy nerviosa, llueve cuando estoy triste, la luz se apaga cuando me voy a dormir, y a veces cuando me baño.... tengo cola de pez.
Mi madre abrio los ojos como platos y miró en todas las direcciones buscando la camará oculta. Pero no, era verdad.
La mujer, que habia estado mostrando un aspecto tranquilo mientras yo hablaba, levantó una ceja cuando murmuré la ultima frase. Su cara mostró un semblante serio y estubo reflexionando en silencio, mientras me miraba a los ojos, como si quisiera leer dentro de mi.
- No eres una humana corriente, eres una bruja, como muchos otros, pero además, eres una sirena.- dijo finalmente.
Suspiré. Sirena. Así nos llaman a los medio humanos, medio peces.
- Otra vez, distinta a todos.- sollocé.
- No lo creas, tenemos otra sirena en Pawl Cheestervil, en tu curso concretamente. No te sentiras sola, creeme. Eres una de las pocas magas que tiene un don. Si te animas a estudiar con nosotros, tal vez encuentres a personas como tú.
Y fue esa frase, la que marcó un antes y un después en mi vida.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

DOS DE OROS (II)




Seis y media de la tarde.
Iván caminaba por una calle estrecha del pueblo, hacia la biblioteca pública, cerca de la plaza del ayuntamiento.  Iba sumido en sus pensamientos, escuchando música en voz alta, sin hacerle caso al mundo.
Llevaba unos pantalones vaqueros pitillo y un sudadera roja de la marca Adidas. Caminaba con las deportivas desatadas, y sus pasos seguían el ritmo de la música. La verdad es que no tenía ganas de estudiar, pero valía la pena verla. Ella.  La chica que le visitaba cada noche en sus sueños, que le producía mariposas en su estomago, que hacía latir más rápido su corazón y le convertía en otra persona; más tierna, más compresible, más especial. La chica, por la que suspendía cada año apropósito, para tener una escusa con la que pasar rato con ella. Suspiró, y se percató de la estúpida sonrisita que esbozaba. La sonrisa inocente de un enamorado.
-¡Iván! ¿Ibas a alguna parte?
Iván, se quitó uno de sus auriculares para saber quien le hablaba. Miró al frente, y se encontró con un chico mayor que él, rubio y fuerte. Evitó su mirada de acero y se rascó la nuca.
-Yo… iba a la biblioteca… - Iván se sintió algo intimidado y notó que se ponía nervioso.
-No te voy a comer ¿eh? – se burló el rubio – ¿te importa que te acompañe?
-Sí, sí que me importa.
La verdad, es que se sorprendió a sí mismo de sus palabras, y la seguridad con las que las había dicho. Sonrió tímidamente, a modo de disculpa e intentó suavizar las cosas:
-Es que he quedado con Alicia y bueno… - se encogió de hombros como si esperara a que se burlara de él, pero para su sorpresa, se sintió dolido.
-Eres un ingenuo – escupió con frialdad- Ali tiene novio; me tiene a mí.
La noticia fue recibida como un jarro de agua fría. Se quedo sin habla y sintió que el mundo se le caía encima, como si estuviera a punto de morir. Se le humedecieron los ojos, pero parpadeó antes de que cayera su primera lágrima. Alzo la mirada, fuerte a pesar de todo, y se topo con la de él; orgullosa, divertida y con un toque de malicia.
Álvaro se giró y se fue por donde había venido. No había tenido en ningún momento la necesidad de ir a la biblioteca; solo quería darle la noticia para hundirle moralmente.
Iván echó a caminar hecho una furia, sin pensar, con la vista nublada por las lágrimas y entonces, todo ocurrió muy deprisa.
Un coche rojo apareció por la esquina, a más velocidad de la que debía. Iván no reaccionó a tiempo para evitarlo, y fue atropellado. Al mismo instante que su cabeza chocó contra el cristal del parabrisas, Iván perdió el conocimiento. Lo último que oyó fue el final de su canción. Lo último que vio fue mucha gente acercándose a él, y un fantasma con la cara de Alicia, que se alejaba por un callejón.

lunes, 10 de septiembre de 2012

LUNA BLANCA (IV)




             -Me llamo Carolina, pero por esta zona me conocen como Maver. Mas allá de las montañas me llaman Astren y  por el sur Neoseld. – Me explicó – nadie me llama por mi verdadero nombre desde hace tiempo.
      -Yo me llamo Adrian y vivo a las afueras del bosque, por la zona este. - agachó la cabeza, incapaz de sostener la mirada de aquella chica, que imponía más que el propio diablo.
      -Supongo que no sueles ir por el pueblo ¿verdad? – dijo ella con una sonrisa divertida.
      -La verdad es que no… ¿Por qué lo dices?
      -Si hubieras sido un niño cualquiera, ahora mismo el miedo te estaría circulando por las venas y te estarías arrepintiendo de haber intentado rescatarme – su voz sonó oscura, casi como un murmullo. – ¿Te suena la Cazadora de Bibnandor?
Los ojos de Adrian se abrieron como platos y un brillo de pánico los iluminó.  Palideció como si estuviera mirando a un fantasma, y el viento se llevo sus palabras. Carolina escuchó la rapidez con la que latía su corazón, como si en cualquier momento fuera a estallar, y su sonrisa se amplió, victoriosa. 
- Un placer conocerte Adrian.
Carolina miró al suelo, los lobos habían desaparecido. El bosque estaba demasiado silencioso, y ella, que había vivido siempre entre árboles y bestias enseguida notó que algo iba mal.
Estuvo a punto de ordenarle al chico que no se moviera, pero no lo vio necesario, puesto que se encontraba aún en un estado de sock. 
Subió las dos primeras ramas sin apenas dificultad, pero la última y tercera rama – donde colgaba su arco- se encontraba demasiado alta.  Saltó una vez para intentar agarra el arco sin ningún resultado. Lo intento de nuevo y estuvo a punto de partirse la crisma. Miró arriba varias veces buscando una manera de llegar hasta él hasta que se dió por vencida.
Adrian, que la estaba observando, no puedo evitar el pensamiento de que por muy cazadora que fuera, seguía siendo una niña, la cual necesitaba su arco para sacarlos a los dos de ese infierno de bosque. Así que escaló el árbol hasta que llegó a su altura. En silencio y sin mirarle la cara se puso enfrente de ella y saltó de nuevo.  Se quedó colgando de la rama. La miró desde arriba y se quedó quieto, sin atreverse a tocar el arco
  -   Por favor… ¿Puedes bajármelo? – murmuró ella, ruborizada.
Adrian cogió el arco y bajó, otra vez a su nivel. Se lo entregó y Carolina volvió a comportarse como alguien superior a él. Sonrió para sus adentros.
Sin escucharla bajó del árbol.
Si hubiera estado atento a sus palabras, hubiera oído el grito de advertencia. Si la hubiera obedecido, habría descubierto la trampa que le acababan de tender los lobos. Si hubiera dejado de pensar en ella tal vez muchas cosas no hubieran ocurrido.